lunes, 15 de noviembre de 2021

La manipulación del relato

 

Por Javier Bleda

Vaya por delante todo mi respeto a las señoras meretrices, porque aunque todavía no estoy en edad de pagar por tener sexo (todo llegará), muchas de ellas han sido desde hace años mis  generosas confidentes y profusas reveladoras de datos sobre personas a las que se les suponía un cierto decoro en lo personal, ya que es precisamente a partir de ahí que venden sus méritos en lo profesional. Muchos de ustedes se sorprenderían al saber qué políticos del Congreso que miran para otro lado desde la derecha cuando hablan oponentes incómodos, como heridos por tener que compartir con ellos tan digno lugar, pagan alegremente los devaneos erótico festivos con estas muchachas. Igual que se sorprenderían si supieran quienes, sintiéndose imbuidos desde la izquierda a representar la verdadera esencia de la libertad democrática, luego montan, o son montados, por unas prostitutas que en muchos casos son víctimas de la más cruel de las esclavitudes.

En nuestra sociedad occidental existe una mojigatería ambiental que hace presuponer que la vida privada de las personas públicas es cosa suya, sin embargo no es así, porque cuando la personalidad, el ser propio de un individuo, individua o individue,  se usa para promocionarse a cargo público desde el que poder lucrarse, luego resulta imposible desgajar esa personalidad del que era antes al que es ahora, es decir, quien llegó a cargo público por méritos ignotos lo hizo reconfigurando en pública su personalidad privada.

El derecho a la vida privada de los cargos públicos siempre ha sido y será objeto de controversia, naturalmente que parte de su vida privada es solo para ellos, pero no toda, y de ello son, o deberían ser conscientes, o alguien se lo tendría que haber avisado, antes de optar a un estatus diferenciador que permite al seleccionado por el dedo de un dios terrenal engrosar sus cuentas. Si la muerte tenía un precio en la película, vivir con salarios y prebendas imposibles en tiempos difíciles también debe tenerlo, así se equiparan la muerte y la vida y además se reconforta mínimamente el alma de quienes, desde la quimera de que con su voto de tanto en tanto contribuyen a la democracia, entre una y otra votación al menos pueden ejercer su derecho al pataleo.

Todo este discurso, más digno de una taza de té que de un malta de 12 años, viene al caso de una serie de publicaciones del diario digital The Objective al respecto de las posibles causas del cese fulminante de quien fuera ministro y mano de hierro del presidente Sánchez, el ínclito José Luis Ábalos. En su primera entrega de información sobre Ábalos, el diario, con información de la periodista Ketty Garat, apuntó a que diversas fuentes de alta credibilidad ponían como causa principal de la defenestración del ministro su posible entrega a la lujuria de la vida a través de la observancia de una vida oscura y, dado que el Partido Socialista parece estar dispuesto a acabar con la prostitución, sobre todo para evitar que los cargos de entre sus propias filas se distraigan cambiando la S de Socialismo por la S de Sexual con dineros públicos o del partido, incluso con dineros privados, no parece despreciable la idea de que así fuera y el presidente del Gobierno optara por quitarse de encima a quien pudiera llegar a ser considerado como peligro reputacional (nunca mejor traída la palabra reputacional).   

Pero no escribo este artículo para hablar exactamente del cese de Ábalos, aunque también; sí me importa si andaba de putas, porque de haberlo hecho tal vez ello no fuera óbice para la realización de su trabajo técnicamente hablando, pero sí me daría a entender, en tanto que ciudadano, que quien no tiene obstáculos morales para comerciar con el cuerpo de las mujeres poco puede aportar a mejorar la calidad de la vida pública. De lo que realmente quiero escribir es del programa Todo es Verdad de Risto Mejide, el monofisista, y más concretamente el que fue emitido el miércoles 10 de noviembre, día de San León Magno.

El monofisismo es una doctrina teológica que anda en aquellas de que Jesucristo solo está presente de manera divina, pero no humana, y fue San León Magno, papa de la Iglesia Católica entre los años 440 y 461, quien condenó el monofisismo en la defensa de que en el hijo de Dios, en tanto que segunda persona de la Santísima Trinidad, se daban tanto la naturaleza humana como divina. A mis ancestros tampoco les fue muy bien con este Papa, porque obligó a Atila, rey de los hunos y hermano de Bleda, a abstenerse de la golosa Roma en el 452 a cambio de pagarle un tributo, como siempre se ha hecho con los periodistas que somos más mercenarios que otra cosa, y sobre todo con los publicistas, porque esos venden lo que haga falta por dinero. Claro que el tal Atila también era un cabronazo, porque asesinó a Bleda para quedarse con todo el pastel.

Seguramente alguien que lea este artículo se pregunte qué demonios tiene que ver Risto Mejide con el monofisismo, y la respuesta es que el publicista en su programa nocturno invitó a José Luis Ábalos para anunciar al mundo la única naturaleza divina del exministro, negando que, pese a su evidente apariencia mundana, éste pudiera tener cualquier tipo de vinculación con lo terrenal, ya que su naturaleza humana simplemente no existe.

Forma parte del cachondeo habitual en su otro programa Todo es Mentira, y no es para menos, que el obispo de Solsona deje el cargo para unirse en pecado a una escritora erótico satánica y ahora se dedique a extraer semen de los cerdos de manera manual. Cachondeo con el obispo sí, pero también tendría que haberlo con Mejide, porque la noche de autos él también se convirtió en mamporrero de Ábalos, llevando al paroxismo más divino sus evoluciones manuales en las partes pudientes ministerio-espirituales de un personaje tan vulgar como poco creíble.

El filósofo Javier Gomá, en su libro Ejemplaridad Pública, establece una filiación para la vulgaridad “que la hace hija, poco agraciada pero deseada y única, de dos padres respetables: la libertad y la igualdad”. Y añade que “Cuando estos progenitores se emparejan y procrean, cosa que ha ocurrido sólo recientemente, nace la vulgaridad, criatura que, ya crecida, ha llegado últimamente a dominar todos los espacios de la vida privada y pública”.

El paso de Ábalos por el programa de Risto Mejide fue un insulto a la inteligencia de tal calibre que únicamente los menguados mentales podrían llegar a reír la gracia. Incluso el propio presentador, que sacó un sofá a escena para que el mamporreo televisado fuera más placentero, en ocasiones llegaba a poner cara de no creerse lo que el señor exministro estaba contando, por mucho que quien viniera a defender su derecho al honor quisiera tocar la tecla sentimental de cualquier reality show que se precie.

Cuando un personaje público (no olvidemos que el hecho de que Ábalos ya no sea ministro no quiere decir que pierda su categoría de personaje público por los hechos cuestionados durante su etapa ministerial y, por supuesto, porque sigue siendo diputado) acude a un programa de televisión amigo donde han intentado con poca gracia, y menor resultado, desacreditar a un medio de comunicación como lo haría un niño, jugando con el nombre del diario The Objective para cambiarlo por “el ojeti”, con la única finalidad de la defensa de uno de sus colaboradores a sueldo, como lo es el exministro, el personaje en cuestión debería volcarse en agradecer que dicho programa corra el riesgo de hacer el ridículo, como finalmente así fue. No se puede pretender pedir a la audiencia que haga un acto de fe y crea que todo lo que se ha escrito sobre los muchos casos “Ábalos” es mentira poniendo como único parapeto la palabra de un tipo que, a preguntas de los periodistas presentes en el programa, mi paisano Juan Luis Galiacho, director de El Cierre Digital y Javier Chicote, de ABC, respecto a su relación de intimismo amical con su guardaespaldas, no solamente niegue la mayor, sino que aún encima considera que lleva razón.

Ábalos reconoció en directo, como ya era sabido, que el portero de discoteca Koldo García, ahora reconvertido en su Kevin Costner particular, y chico de los recados, recibió el ostentoso cargo de  consejero de Renfe (¿se lo pueden imaginar?),  igual que su  mujer, la del guardaespaldas, llegó a su ministerio como ayudante de secretaria, gracias a que los había puesto él en tanto que cargos de confianza de libre designación. Por otra parte, la parienta-esposa de Ábalos, con la que presuntamente el entonces ministro también tendría alguna confianza, fue incorporada a la delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Lo mejor de esto fue sin duda ver la cara de Ábalos dando por sentado que esto es lo normal, como cuando los antiguos vendedores de biblias puerta a puerta pretendían hacerte creer que tu alma tendría más posibilidades de salvarse si santificabas tu hogar con una de sus biblias tamaño XXL y precio dos tallas más grande.

Como ya se ha publicado de manera reiterada, Koldo García Izaguirre, un personaje chulesco de medio pelo que basa su criterio argumental en la talla corporal, portero de discoteca en tiempos pretéritos, al que por mucho mérito que se le reconozca como escolta en el País Vasco, no hay que olvidar que fue condenado por dar una paliza, en compañía de otros de semejante calaña, y dejar tirado “como a un perro” y medio muerto a un pobre vecino del Valle de Aranguren, en Pamplona. Hasta tal punto llegaba el grado de impunidad de este tipo que se permitía forzar la entrada en puestos de relevancia de amigos suyos y cercanos al PSOE, como hizo con el policía Rubén Eladio López Martínez al frente de la Unidad de Emergencias y Coordinación y Gestión de Crisis, exagente de Asuntos Internos del entorno del PSOE y Podemos e implicado en un caso de sustracción de documentos relacionados con el pequeño Nicolás. Esto último tiene mucha guasa, los españoles no conseguimos salir del Anacleto agente secreto circular en el que estamos metidos.

Así, no es de extrañar que el alcalde de León, unos días antes de la salida de Ábalos del Gobierno, y mientras le estaba recriminando al ministro algunos asuntos relacionados con su ministerio, el tal Koldo, en modo macarra, salió en defensa de su señor y se atrevió a decirle al alcalde, según publicó León Noticias: “Al ministro no se le señala con el dedo”. ¿Cómo es posible que un hombre que hace funciones de escolta, de chofer, de acompañante de vida privada y pública de Ábalos y, posiblemente, el que le traiga los cafés, se pueda atrever a conminar así al representante legítimo de una ciudad y que aquí no pase nada? ¿Y se pregunta la gente por qué el cese fulminante de Ábalos? ¿Fue por ir de putas? No lo creo, ni tampoco lo sé, aunque me gustaría saberlo, más bien pienso que fue por instaurar en su paso por el Gobierno un comportamiento similar al de la película El Padrino, y eso el verdadero padrino no lo pudo soportar.

Por si fuera poco, el exministro, mantenía en el programa de Risto, en relación a los viajes de negocios que los periodistas del diario The Objective, y no solo ellos, le imputaban, que él tenía derecho a buscarse la vida, y desde luego así sería de no ser porque sigue cobrando un sueldazo del erario público como diputado y porque no puede, desde el más puro sentido de la ética política que Ábalos parece desconocer, según mi opinión, utilizar su reciente peso ministerial para buscar euros, dólares o francos cfa africanos más allá de nuestras fronteras.

Como no podía ser de otra manera, resultó también muy triste para la causa de la democracia la versión que en Todo es Verdad argumentó Ábalos en relación a la visita con nocturnidad de la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto de Madrid, tanto que a partir de ahí, y a resultas de su actitud chulesca, es fácil imaginar que esta suerte de vendedor de tachuelas doradas, además de biblias, acabase siendo ministro y colega de viajes, y de otras cosas más de estar por casa, de su guardaespaldas Koldo.

Cuenta la leyenda que en Venezuela hubo una vez un comandante que ofrecía grandes dádivas a chavalitos pseudorevolucionarios para que extendieran lo bolivariano más allá del suelo patrio y que, a cambio de esas pagas, parapetadas detrás de supuestos informes, el comandante exigía el anverso y el reverso de los efebos, o lo que es lo mismo, que se entregasen por entero a la revolución, no vayan a pensar ustedes otra cosa. Ojalá algún día el conductor de autobús, Nico para los amigos intimísimos, que ahora ocupa el puesto del comandante como presidente y, muy posiblemente, también como heredero de aquella deuda del todo por la revolución que los chavalitos pseudorevolucionarios mantendrán siempre con el régimen, saliera del armario político y nos hiciera un informe pormenorizado de todo lo que vio estando detrás del comandante sobre los que estaban delante de él.

Aquella reunión nocturna de Ábalos con Delcy, protegida por el portero de discoteca reconvertido en agente de viajes, puesto que parece que se encargó de comprar un billete de avión a la vicepresidenta, tuvo su propio señor X, como en el gonzaleo de los GAL, solo que en este caso el señor X que ordenó la reunión fue presionado por su propio vicepresidente para hacerla. Aquellos lodos corporales de Miraflores traen ahora estos barros.

Y ya que estamos con el tema de los lodos y los barros, en el programa de Risto también salió el tema de la existencia de un posible vídeo de Ábalos que podría apuntalar, de existir, las informaciones recibidas por la periodista Ketty Garat de fuentes del PSOE y de Moncloa sobre su presunta “oscura doble vida”, la del ministro, no la de Ketty (por cierto que el antropólogo Javier Aroca, que tanto se ha escandalizado por la “intromisión ilegítima en la vida privada de Ábalos” reconocía en este mismo programa que Moncloa podría no estar lejos del asunto del enfangamiento del exministro, ¿en qué quedamos?) . “Que lo saquen, doy mi autorización” dijo el sobrado de José Luis. Después Risto ofreció una puerta de salida de emergencia a Ábalos como publicista amigo, dando pie a que el exministro argumentara que no puede haber ningún vídeo suyo de ese tipo porque con lo de la pandemia los bares de alterne también estaban cerrados. Aquí deben ustedes imaginar, queridos lectores, que pongo veinte emoticonos de Whatsapp con carcajadas, porque de las palabras de Ábalos podría llegar a desprenderse que, si no hubieran estado cerrados los bares de señoritas lo mismo sí podría haber un vídeo suyo entrando o saliendo de uno de ellos.

Sorprende que Ábalos pueda parecer tan inocente y piense que, si es que hay un vídeo suyo de juerga con el Koldo (pero cada uno por su lado, porque el exministro afirmó que para esas cosas él era muy clásico), dicho vídeo fuera tomado en la calle mientras él entraba a un puticlub. En caso de que hubiera sido así siempre se podría argumentar que él era un ministro que se preocupaba por las capas más desfavorecidas de la sociedad y su única pretensión era ofrecerles un abono transporte a cuenta del ministerio para que no tuvieran que sobrecargar todavía más las piernas. Pero ya le digo yo a Ábalos que, de haber un vídeo suyo, o varios, porque tampoco hay que ser rácanos en esto de la filmografía, no tendría por qué ser necesariamente en plena calle, y es que los tentáculos de las cloacas del propio Estado al que él pertenecía, y pertenece, pueden llegar muy lejos.

A este respecto, lo mismo que cuenta la leyenda de Miraflores en Venezuela sobre el anverso y el reverso exigido a los muchachitos pseudorevolucionarios, pudo ocurrir en los entonces locales de explotación comercial homosexual del suegro de Pedro Sánchez, las Saunas Adán y Azul de Madrid, donde se dice que salieron vídeos magníficos de personas extorsionables en plena acción culera sin que necesariamente el suegro del jefe de Ábalos diera su autorización para la filmación. Claro que para eso los que hubieran hecho esos vídeos, de haberlos hecho, habrían sido entrenados en dichas artes por el propio Estado. Lo que no tengo tan claro es si ese tipo de vídeos en saunas homosexuales se deberían hacer con cámaras ocultas en algún lugar de la sauna, o si dichas cámaras están secretamente instaladas en las gafas de los propios agentes a modo de espejo retrovisor (sic).

En definitiva, lo que quiero manifestar, y manifiesto, es que con obscena frecuencia se da el caso de la manipulación del relato por parte de aquellos que, desde su atalaya mediática, son más poderosos que otros que no cuentan con tantos medios. Este es el caso de lo mostrado por Mediaset a través de los programas Todo es Mentira y Todo es Verdad en canal Cuatro, posiblemente porque no tengan suficiente con la basura que ya ofrecen en TeleCinco, donde incluso en alguna ocasión me han sacado a mí, así que ya pueden imaginar el grado de degeneración televisiva. Pretender matar al mensajero, como ha pretendido Risto Mejide con el diario digital The Objective, cuando además se da el caso de que varias de las informaciones de este medio son coincidentes con las de otros medios, no es más que una manipulación torticera de la objetividad de la que tanto se presume en los programas ristonianos, donde lo único que merece la pena son las bromas de sus cómicos o las evoluciones danzantes del cuerpo de una economista metida a “delcy” del dictador Mejide sobrevenido ahora en mamporrero.

Es triste que en este caso ni asociaciones de la prensa, ni autoridades, ni tan siquiera el grueso de los medios de comunicación, salgan en defensa de una periodista, y por extensión del director de su medio, cuando ocurre que, no es que perro no coma perro, sino que hiena come perro porque al perro se le asocia con un sector político no coincidente con el de la hiena.

Con todo, lo mejor del programa Todo es Verdad aquella noche del día de San León Magno, es que en un momento determinado, estando Ábalos ofreciendo una de sus caras de vendedor de burras cojas, porque es hombre de permanecer imperturbable mientras vende lo que sea, en la parte inferior izquierda de la pantalla apareciera repentinamente un rótulo anunciando la próxima emisión de uno de los episodios de Star Wars con el subtítulo “Pásate al lado oscuro”. Me pareció genial dado que de lo que se hablaba era de la presunta oscura doble vida del amigo de Koldo. Cosas de la justicia del universo que siempre está pendiente de equilibrar las injusticias.

*Sobre mí.

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