Por Javier Bleda
Hay veces en que uno se pregunta
si lo que parece ser, es, o si nada más que lo parece, con lo que entonces no
es. En estas elucubraciones mentales me encuentro en este momento agostizo cuando
pienso si el presidente del Tribunal Constitucional, don Francisco Pérez de los
Cobos, no será un topo de Rubalcaba. Sí, ya sé que suena a golpe de calor más
que a golpe de Estado, pero no me negarán ustedes que, mientras el gallinero
catalán anda revuelto con el asunto de la recusación del presidente del
Constitucional, lo que no me extraña, Mas tiene razón, Alfredo anda algo manso
con este tema de Paco España 2, apodo cariñoso y lógico en lo nominativo para
alguien que tiene la última palabra nacional y nacionalista. La parte numeral
del apodo es para no confundir con el gran Paco España, genial travesti de la
infrahistoria patria.
Desde mi punto de vista el
Tribunal Constitucional es, por decir algo fino, una redundancia jurídica sin
sentido; un querer ningunear a los que están por debajo en el escalafón; un
reconocimiento tácito de que la independencia de los jueces, desde Instrucción
al Supremo, es una mera quimera; una constatación de que, al final, los juegos
políticos son los que mandan en esta manipulación de la realidad que hace creer
a los ciudadanos que la
Justicia justa existe. Sin embargo, por mucho que yo no esté
de acuerdo, por mucho que piense que el Tribunal Constitucional no debería
existir, el Constitucional existe, y es porque existe por lo que se hace
necesario que entendamos algunas cosas, igual que don Francisco también
entiende. Entiende que queramos entenderlas, quiero decir.
En el amago de debate que hemos
vivido entre Rajoy y Rubalcaba por la película de Bárcenas, ambos se han
declarado inocentes. Uno porque lo dice él y otro porque nunca se le ha podido
relacionar con las cosas más oscuras de su partido. La autoafirmación exculpatoria
de Rajoy la comprendo, todos tenemos derecho a no declarar contra nosotros
mismos, aunque ciertamente por lo único que se sostiene es por su palabra, nada
más. Sin embargo, además de que Alfredo nos lleve a creer que él también es
inocente de toda culpa en lo relativo a la financiación de su partido, aunque
igualmente sea sostenido simplemente por su palabra de caballero, también lo es
por el hecho de haberse encargado a lo largo de toda su trayectoria de eliminar
las pruebas de sus gestiones, aunque cuando se manejan fondos reservados
tampoco es que uno tenga que hacer mucho esfuerzo para ello.
Jugar con los fondos reservados
da para mucho. Rubalcaba, por poner un ejemplo, no estaba tan lejos de aquellos
manejos a traición que se le hicieron a Pedro J. Ramírez cuando, por querer
informar éste de la Operación Menguele ,
le montaron la Operación Exuperancia
y el famoso vídeo. Los mengueles cesídicos experimentaban drogas con mendigos
para saber si serían efectivas cuando tuvieran que secuestrar etarras, cosa
ésta que Alfredo debía conocer muy bien porque era su gente quien lo
organizaba, y cuando digo su gente quiero decir su entorno más políticamente
íntimo, la gente con la que él trabajaba a diario, su señor X y el resto del
abecedario. Y era también ese mismo entorno tan íntimo quien organizaba,
financiaba y ejecutaba el intento de asesinato civil de Pedro J., y en ello
estaban desde el consejero más próximo de Felipe hasta la Secretaría de Seguridad
del Estado, pasando por supuesto por los servicios secretos.
Aquellos tiempos de eclosión
terrorista etarra fueron difíciles y, a buen seguro, los manejos de Rubalcaba y
los suyos para acabar con la lacra de ETA habrían tenido un amplio respaldo de
la población de no ser porque, en realidad, se organizaron en plan Bárcenas,
esto es, se utilizaba dinero público de los fondos reservados, y de otros que
no lo eran tanto, para enriquecerse bajo la excusa generalista de la lucha
antiterrorista (todos menos Alfredo, por supuesto). Y Rubalcaba no estaba lejos
de esos fondos, igual que no lo estuvo cuando desde el Ministerio del Interior,
ya como ministro, volvió a saber de ellos, por eso tal vez no le importe tanto
cantar a los cuatro vientos su inocencia rajoyniana en relación a la
financiación de su partido, porque él siempre ha estado en otra cosa.
Eso sí, para estar en la
vanguardia de los que tienen acceso privilegiado a los fondos reservados,
directamente o por encargo, hay que rodearse de gente que crea en la lucha
antiterrorista, de patriotas que, en su inocencia, piensen que la patria sigue
siendo la patria, e incluso que piensen que para los que trabajan también son
patriotas. Y eso hizo Rubalcaba, acoplarse como asesor a Diego Pérez de los
Cobos, hermanísimo a la par que camarada del ahora polémico presidente del
Constitucional.
Diego, desde su más tierna
juventud, ya quería ser Guardia Civil para poder matar terroristas, incluso
repartía pegatinas con el conocido lema: “Contra ETA, metralletas”. De su
padre, gran pediatra, le venía la querencia por Fuerza Nueva, esa parte de la
madre política donde tomaron biberón muchos de los que ahora se hacen llamar
demócratas, o populares, no estoy muy seguro. Y su hermano Paco también,
naturalmente, aunque menos, porque serlo requería ser muy macho-derechista, y
él ya apuntaba maneras de querer llevar puñetas bordadas constitucionalistas,
es decir, que era facha pero algo menos. Ya en el 81, siendo un chiquillo, la
noche del 23F ,
el que luego fuera asesor de Rubalcaba contra ETA se echó a la calles de Yecla
para saber quién quemaba carnets de pertenencia a sindicatos o formaciones de
izquierda. Seguramente después Diego no formaría parte de los GAL del
inmaculado entorno de Alfredo, pero, si es que al final no lo hizo, no sería
por falta de ganas, porque ya en su momento estuvo a punto de comerse un marrón
legal cuando él y otros compañeros de la Guardia Civil estuvieron
relacionados con el ensañamiento al etarra Kepa Urra del Comando Vizcaya
(también por poner un ejemplo de los muchos que a buen seguro se podrían poner).
Al teniente Coronel Diego Pérez
de los Cobos, ahora director del Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de
Seguridad (menudo nombrecito para la fontanería), lo que nunca hay que dudarle
es el valor, ni con los terroristas ni con las mujeres, ya que de leyenda han
sido sus innumerables y valerosas escaramuzas prematrimoniales de sus tiempos
de soltero. Debe ser que el valor patrio guerrero es inversamente proporcional
al valor patrio constitucional, porque a su hermano Paco, don Francisco, no se
le han conocido semejantes escaramuzas, hasta el punto de que podría hacer
llegar a pensar a los estudiosos de la antropología si el constitucionalismo
ejercido a diario puede ser causa de algún tipo de mutación, o a lo mejor simplemente
es una persona discreta y no hay más misterio en ello. En todo caso, he de
reconocer que el hecho de que el alto tribunal, con el voto de Francisco Pérez,
avalase la constitucionalidad del matrimonio gay me dejó mucho más confuso a
este respecto, el preceptivo deber a la militancia quedó hecho añicos, le pudo
más la Constitución ,
o la presión de Alfredo, o lo que fuera, y la teoría mutante cobró fuerza, ¡un
facha de cuna dando por bueno el que un día un niño pudiera llegar a decir: Mi
papá es un hombre, mi mamá también!
La verdad es que estoy hecho un
lío, a estas alturas no tengo muy claro si don Francisco Pérez de los Cobos es
un juez independiente que anula sentencias de otros jueces independientes que a
lo mejor es que no se han aprendido la Constitución , o es un topo de Rubalcaba, o tal
vez el topo lo sea de esa parte del Partido Popular que no sé si todavía sigue
recordando que eran de derechas. Lo único que tengo claro es que, como siempre,
la realidad supera la ficción. Un fascista como el hermano del presidente del
Tribunal Constitucional, que hizo realidad su sueño de la infancia de cazar
etarras (no sabemos si también de matarlos, como él hubiera querido),
trabajando sin ser consciente de ello (presuntamente) para una banda socialista
de terroristas saqueadores de Estado, casi todos ellos íntimos de Rubalcaba,
porque el GAL no se acabó con la pérdida de las elecciones del señor X, sus
tentáculos llegaron lejos en el tiempo y se enquistaron en el sistema, y si no
que se lo pregunten a Alfredo, entonces jefe de Diego y ministro del Interior.
Por cierto, mi querido Manuel Cerdán barrunta sorpresas con relación a cuentas
suizas sucias relacionadas con la trama Correa, abiertas con un dni reservado
para operaciones encubiertas del Ministerio del Interior, espero que esto no
tenga nada que ver con el camarada Diego, o sí, pronto lo sabremos. Y, por otro
lado, un tipo que creció en un entorno claramente anticonstitucional, como
Francisco Pérez, y que dudo mucho votase Sí a la Constitución en el
referéndum, que ahora dirige los designios últimos de los que son juzgados y
que ha jurado lealtad al amigo de Corina (me refiero al Rey, porque la tal
Corina parece tener muchos amigos), a la Constitución y hasta
al Partido Popular, porque menudo es Mariano para los que no le son leales.
Todo es surrealista.
A más a más, como dicen los
catalanes anti de los Cobos, Rafael Vera, uno de los más estrechos
colaboradores de Rubalcaba, va a plantear una recusación contra Francisco Pérez
porque éste fue ponente de la sentencia del Constitucional que confirmó su
condena de prisión por el delito de malversación de 800.000 euros de los fondos
reservados del Ministerio del Interior. Según Vera, su afiliación al PP pudo
suponer una predeterminación contra él en este caso (manda huevos, que diría
Trillo, como si Vera no se hubiera llevado la pasta en nombre de la seguridad
del Estado). Y es con esto de Vera que ya no sé lo que pensar, porque si Vera
era uña y carne con Rubalcaba, y el hermano del ponente también, sería relativamente
fácil influir en don Francisco. Pero no, Alfredo sabe cuándo hay que estar y
cuándo hay que alejarse. En tiempos no se escatimaban esfuerzos, hasta se
utilizó una foto muy homo romántica (que algún día será una foto real,
auténtica), para forzar la negociación del indulto de Vera y Barrionuevo. Pero
hoy no se pueden quemar los contactos, o los topos, por mucho que se diga con
la boca pequeña que el presidente del Tribunal Constitucional debería haber
anunciado su militancia pepera. En el fondo, reservadamente, como los fondos
que tanto le han gustado siempre, habría que concluir que quien se rodea de
fascistas y actúa como un fascista no puede ser otra cosa. Tal vez Alfredo debería
salir del armario político, como el camarada falangista José Bono.
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