miércoles, 10 de julio de 2013

Raúl del Pozo, Susana Griso y el Síndrome de Estocolmo

 Por Javier Bleda

He tenido acceso a unas imágenes del programa Espejo Público de Antena 3 emitidas hoy, miércoles diez de julio. Reconozco que a mí cuando me gusta echar un vistazo al programa son los viernes, cuando la presentadora suele llevar pantalón vaquero y la mujer profesional deja paso a la hembra roquera que se esconde dentro de sí, pero hoy he hecho una excepción porque en el plató estaba Raúl del Pozo, y aunque no habla como escribe, si es cierto que su mera presencia le da al programa un toque de clase no siempre bien entendida.

De alguna manera, escribir el primer artículo de un blog es como perder la virginidad y, puestos a perderla, siempre mejor hacerlo por la Griso que por un tío, aunque se llame Raúl. Sin embargo los años no pasan porque sí, sino porque a uno se le supone más sabiduría (teoría que nunca he compartido conmigo mismo), y es por eso por lo que, sin comerlo ni beberlo (es Ramadán), he decidido comenzar a escribir tratando sobre Raúl del Pozo y el supuesto síndrome de Estocolmo que le atribuye la potente Susana.

Al parecer en este país no se puede hablar bien de los malos, porque en España los malos no son presuntos, sino que son directamente malos. Y en este momento, el malo oficial (en el terreno de la política), es Bárcenas, nadie más, y si hablas bien de él no puede ser más que porque tú también te has llevado la pasta o porque, como es el caso, según Susana, te has dejado estocolmizar por Luis, por su señora o por ambos. Raúl del Pozo ha cometido el grave error de ser amigo de sus amigos para lo bueno y para lo malo, en la salud y la enfermedad, estén libres o entre rejas. Decir que su amigo Luis no es el único malo en toda esta historia puede considerarse por tanto lealtad, la que no han demostrado los miembros de La Familia del partido que lo ha dejado tirado.

Y, entre tanto, Pedro J. Ramírez reescribiendo una nueva versión de su libro El Mundo en mis manos y queriendo quitar y poner rey, la vocación frustrada de todas las reinonas. Puede que sea pura casualidad, pero el serial de los papeles de Bárcenas que acaba de comenzar El Mundo tiene como punto de partida 1997, el año en que Pedro J. protagonizó el papel estelar en un vídeo que bien podría llamarse “Donde las dan, las toman”. O lo mismo no es ninguna casualidad y quiere hacer pagar a los que entonces le dieron temerariamente la espalda. Esto, y si no al tiempo, puede llegar a convertirse en una pelea de burdel entre putas, mariconas y travestis, porque no crean que el periodista mundano es el único protagonista de vídeos porno, vivimos en un país que parece una filmoteca y a algunos de los de arriba, de los ahora ex de Bárcenas, les encantaba hacer de chachas en sus momentos de ocio presuntamente impune. Y no digo esto porque Rajoy se ocupara principalmente de limpiar las escaleras de la Capitanía General de Valencia cuando hizo la mili, y tras aquello pudiera haberle quedado el deje de imaginarse mujer de la limpieza queriendo que alguien echase un polvo para tener la oportunidad de limpiarlo (¿se imaginan a Rajoy vestido con cofia y delantal en un burdel y que alguien lo hubiera filmado? Yo no), sino más bien que tras aquellos polvos vienen estos lodos, algunos todavía en formato VHS.

La Familia es la familia, que diría El Padrino, y si te olvidas de la familia te equivocas. Aquellos tiempos eufóricos inmediatamente previos al 97 fueron días de gloria, de amiguismo y, sobre todo, de familia. Días de boda, de alegría para Viri y Don Manuel, que por fin había casado al descarriado, días de Antena 3 y Telefónica, ambas empresas también especializadas en vídeos. Pero luego llegó el 97, un año negro para algunos que ahora no quieren olvidar, de ahí que Pedro J. comience a pasar facturas. Suerte que Mariano ejerció de registrador en Padrón y se acostumbró al picante, parece que a ambos les va lo duro.


A todo esto, yo de lo que quería escribir es de Raúl del Pozo, a quien Susana Griso le ha dicho que sufre de síndrome de Estocolmo por hablar con cariño de Bárcenas. Susana debería tomarse unas vacaciones y repasar su actuación en los muchos programas que lleva tras de sí, se daría cuenta lo mucho que se deja llevar por las circunstancias, la facilidad de lágrima que ha mostrado siempre que alguien parece ser el débil y otro el malo, y lo estocolmizada que está de ella misma.

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